Constelaciones

Escuche la voz que dijo: «¿listos? ¡Ahora!»

Sentí miedo de dar un paso hacia adelante pues tenía los ojos vendados. Pensé, ¿Qué tal si…?

La primera vez que visité Cóndor Blanco, una organización de liderazgo en Pucón, Chile, tuve una experiencia muy empoderadora. El centro de retiro está lejos de la ciudad. Tuvimos que conducir por vías destapadas y luego subir la montaña hasta llegar al área principal. Los picos nevados se yerguen impresionantemente y los cóndores vuelan alto dando la bienvenida a los visitantes.

Una mañana, partimos en una aventura con un grupo de lo que parecía ser unas 200 a 400 personas. Suryavan, el líder, nos llevó a un valle rodeado de montañas. De repente dijo: «nos vemos allá arriba» y señaló a una montaña sin ningún punto de referencia especifico. Claramente, yo no entendí dónde era «allá» y además tampoco pregunté. Luego continuó diciendo, «tendrán un guía acompañándolos que les pueden dar solo 4 comandos: derecha, izquierda, recto o correr». Pensé entonces, ¡ah bueno! eso hace las cosas mucho más fáciles, que considerado de su parte». Mas terminó diciendo, «lo único es que van a estar con los ojos vendados». Dentro de mi grite, “¿queeee?”

Cuando me cubrieron los ojos, me conecte con los sonidos de alrededor. Escuchaba el fluir de un rio cerca, los pájaros silbando y el sonido de los pasos de otros al pisar en las piedras del camino. Cuando escuché el comando “¡Ahora!», mi primera reacción fue extender la pierna hacia el frente sin dar el paso, solo tanteando el terreno. Al sentirme más segura, di un paso hacia adelante y empecé a caminar lentamente. Podía sentir a los demás a mí alrededor. Progresivamente comencé a caminar más rápido. Recuerdo haber visto una pequeña colina a cierta distancia antes de que me vendaran los ojos y la sentí al subirla y bajarla.

El desafío llegó cuando escuché el comando «¡Ahora corre!». Inmediatamente mi mente me grito «¡de ninguna manera! No puedo ver por dónde voy, ¿Qué tal si hay un hueco y me caigo? Puedo romperme una pierna, ¡eso es loco y peligroso! ¡DIOS MIO! ¿Qué tal si hay un abismo?”. Mas mientras mi mente se inquietaba con tantos pensamientos de miedo, mi poder interior ya había tomado el control. Entonces note que mi cuerpo estaba corriendo a través de ese campo a la velocidad de un guepardo detrás de su presa. No sé si fue la adrenalina, pero a cierto punto noté que mis pensamientos se habían desaparecido, y que solo estaba haciendo.

De repente, sentí que el terreno cambiaba, se hacía más empinado, así que tuve que ajustar mi cuerpo para poder continuar. En ese punto, no sé qué paso con mi humanidad pues respiraba muy fuerte y escalaba esa montaña con la agilidad de un gato salvaje hacia el destino desconocido.

Durante la subida, sentí que alguien cayó sobre mí y perdí la pista durante unos minutos, más me volví a redireccionar para continuar. Para entonces mi guía me había alcanzado, me tomo por lo hombros y me hizo sentar en el suelo. Me sentía tan empoderada que inmediatamente me pare de nuevo y le dije: «No necesito un descanso, estoy bien, quiero continuar». Él nuevamente me tocó los hombros y me hizo sentar. Ya había llegado a mi destino. Lo había logrado. Cuando me quité la venda de los ojos, pude ver lo lejos que había llegado. Fui la cuarta en llegar. Me quedé perpleja. Sentí entonces una corriente de empoderamiento que me hacía ver qué tan lejos se puede llegar sin ojos para ver, ni mente para pensar o sin planes que seguir, solo haciendo y confiando.

Observaciones:

1-            Cuando te adentres en lo desconocido, está bien sentir miedo. Aun, no te quedes en esa zona por mucho tiempo antes de que tu mente te de las excusas para no continuar. Por lo general, las dos primeras preguntas que te vienen a la mente son: ¿y qué tal sí…? O ¿será que lo hago?

2-            Da pequeños pasos para empezar. A medida que te sientas cómodo, avanza de nuevo hacia la zona de desconformidad hasta que llegues a tu destino.

3-            Habrá todo tipo de terrenos en tu camino: planos, empinados, altibajos, piedras, distracciones, huecos e incluso abismos. Mantén tu foco en tu destino, el terreno es solo parte de la jornada.

4-            Confía, no estás solo. Mantente despierto a las señales. Calla tu mente y sigue tu guía interior.

5-            Tu mente es poderosa, pero tu poder interior es ilimitado. ¡Honra eso!

6-            Sé ajustable a los cambios. Sé flexible con lo que pase en tu camino. Toma un momento para centrarte de nuevo y continua.

7-            No sabes qué tan lejos puedes llegar hasta que no das el primer paso.

8-            Si sigues estos pasos, puedes sorprenderte de lo lejos que puedes llegar.

Mayadari del Sol

Confiando en lo Desconocido

Nuestro Niño Interior

¿Te ha sucedido que reaccionas inesperadamente ante una situación y no sabes por qué? ¿Has notado que posteriormente a tu reacción entras en estados de tristeza o enojo? ¿O sientes que hubo una injusticia y te frustra no poder hacer nada al respecto?

 

Nuestras reacciones inesperadas por lo general son una proyección de la herida de nuestro niño interior lastimado. Aparentamos una adultez disfrazada para no dejar ver nuestra vulnerabilidad y el dolor que nos causa el revivir de alguna forma la memoria de la herida de nuestra niñez.

Según nuestra herida, ya sea el abandono, el rechazo, la traición, la humillación o la injusticia, nuestro niño tiende a jugar dos papeles definidos: o el de víctima o el de agresor.  O también podemos jugar en la triangulación entre estos dos y un tercer papel llamado el salvador que tiende a ser el agresor del agresor cuando sentimos que a otros les están haciendo algo que a nosotros también nos dolió y necesitamos defender a la victima ya que nos sentimos identificados con su dolor.

 

Reconocer las heridas de nuestro niño interior es de vital importancia para nuestro desarrollo individual, de otro modo durante nuestra adultez nos pasamos buscando quien nos cubra las necesidades del niño herido que son amor, protección, seguridad, cuidado y nutrición. Es muy común entonces ver como esta dinámica se da en la relación de pareja donde muchos buscan llenar sus vacíos emocionales que no son otra cosa más que las carencias del niño herido. Para sanar las memorias de la niñez es importante sanar los padres y asumir conscientemente al adulto.

Para trascender las heridas causadas en la niñez es importante tomar e integrar la fuerza de vida y el amor que viene de nuestros ancestros originales, que a su vez viene en nuestros padres, aunque hayan o no estado presentes en nuestras vidas. Es una fuerza que viene más allá de ellos, es de la vida misma.  De otro modo no estaríamos aquí.

 

El único que puede y debe cubrir las necesidades de tu niño interior eres tú mismo. De otro modo, él o ella creara juegos para suplir sus necesidades. Vemos entonces situaciones como la dependencia creada por falta de amor o la manipulación para conseguir lo que se quiere. El niño herido desatendido puede ser peligroso cuando se siente triste o enojado pues busca vengar su rabia o su dolor con otros.

Todos los papeles que juega el niño desatendido son máscaras de protección para lograr sobrevivir. Así al menos puede creer que obtiene de estos juegos lo que necesita: amor, protección, seguridad o cuidado. Mas son logros ilusorios que no alcanzan a llenar sus necesidades emocionales por lo cual su búsqueda es interminable.

 

¿Tienes identificadas tus heridas de niño? ¿Sabes cómo están afectando tu vida hoy?

¿Quisieras trascender estas heridas y vivir desde el adulto consciente, asumiéndote?  

¡Saca tu cita en línea, por video llamada! ¡Integra a tu Niño Interior! Será un placer facilitarte el camino hacia tu crecimiento y empoderamiento.

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¿Qué es una constelación familiar?

Las constelaciones familiares son una terapia orientada a la solución de los conflictos de una persona que están conectados a su sistema familiar y que lo limitan en sus posibilidades de acción y desarrollo personal.

 

Estamos conectados con las memorias del pasado. Cuando se crea una memoria de conflicto queda impresa en nuestra memoria celular pero también en un campo mórfico. Nuestros antepasados no lograron resolver sus conflictos por lo cual esas memorias siguen pulsando en nuestro código genético y pasan de generación en generación hasta que alguien las logra resolver. Este campo mórfico es atemporal, no tiene tiempo ni espacio por lo cual está latente hasta solucionarlo. Los miembros del clan entran en resonancia con el campo de su familia y de sus memorias. Es por eso se repiten historias inconscientes de dolor, sufrimiento y enfermedad.   

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