Constelaciones

¿Te ha sucedido que reaccionas inesperadamente ante una situación y no sabes por qué? ¿Has notado que posteriormente a tu reacción entras en estados de tristeza o enojo? ¿O sientes que hubo una injusticia y te frustra no poder hacer nada al respecto?

 

Nuestras reacciones inesperadas por lo general son una proyección de la herida de nuestro niño interior lastimado. Aparentamos una adultez disfrazada para no dejar ver nuestra vulnerabilidad y el dolor que nos causa el revivir de alguna forma la memoria de la herida de nuestra niñez.

Según nuestra herida, ya sea el abandono, el rechazo, la traición, la humillación o la injusticia, nuestro niño tiende a jugar dos papeles definidos: o el de víctima o el de agresor.  O también podemos jugar en la triangulación entre estos dos y un tercer papel llamado el salvador que tiende a ser el agresor del agresor cuando sentimos que a otros les están haciendo algo que a nosotros también nos dolió y necesitamos defender a la victima ya que nos sentimos identificados con su dolor.

 

Reconocer las heridas de nuestro niño interior es de vital importancia para nuestro desarrollo individual, de otro modo durante nuestra adultez nos pasamos buscando quien nos cubra las necesidades del niño herido que son amor, protección, seguridad, cuidado y nutrición. Es muy común entonces ver como esta dinámica se da en la relación de pareja donde muchos buscan llenar sus vacíos emocionales que no son otra cosa más que las carencias del niño herido. Para sanar las memorias de la niñez es importante sanar los padres y asumir conscientemente al adulto.

Para trascender las heridas causadas en la niñez es importante tomar e integrar la fuerza de vida y el amor que viene de nuestros ancestros originales, que a su vez viene en nuestros padres, aunque hayan o no estado presentes en nuestras vidas. Es una fuerza que viene más allá de ellos, es de la vida misma.  De otro modo no estaríamos aquí.

 

El único que puede y debe cubrir las necesidades de tu niño interior eres tú mismo. De otro modo, él o ella creara juegos para suplir sus necesidades. Vemos entonces situaciones como la dependencia creada por falta de amor o la manipulación para conseguir lo que se quiere. El niño herido desatendido puede ser peligroso cuando se siente triste o enojado pues busca vengar su rabia o su dolor con otros.

Todos los papeles que juega el niño desatendido son máscaras de protección para lograr sobrevivir. Así al menos puede creer que obtiene de estos juegos lo que necesita: amor, protección, seguridad o cuidado. Mas son logros ilusorios que no alcanzan a llenar sus necesidades emocionales por lo cual su búsqueda es interminable.

 

¿Tienes identificadas tus heridas de niño? ¿Sabes cómo están afectando tu vida hoy?

¿Quisieras trascender estas heridas y vivir desde el adulto consciente, asumiéndote?  

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Nuestro Niño Interior