Estamos conectados con las memorias del pasado. No heredamos solo lo genético. También heredamos las memorias de sobrevivencia de nuestros ancestros. Estas memorias se activan en nosotros cuando nos sentimos amenazados ante situaciones como las que ellos vivieron. Es así como sentimos sus miedos, frustraciones, sufrimiento o traumas.
Los conflictos no resueltos de nuestros ancestros pulsan en nosotros los descendientes llegando a afectar nuestra salud, finanzas, relaciones, comportamientos e incluso nuestras decisiones.
Cuando uno de los descendientes logra identificar y reconciliar el conflicto, el sistema se libera de historias inconscientes de dolor, sufrimiento y enfermedad.